jueves, 19 de noviembre de 2015

Más propuestas para HABITAR tu casa

La sección "Habitar" del Blog de Juana sigue creciendo. Les comparto los últimos posts que escribí. Los primeros habian sido: La casa perfecta, Cambiarse, y Permanencia. Ahora es dejo acá los últimos 4, espero que les gusten!!! Siempre pueden entrar a leer todos al blog de Juana.

Post #4: Decoración personal

Hablar de decoración siempre me resulta complicado porque es un tema que está en el limbo entre lo necesario y lo banal. Si le damos demasiada importancia parece que olvidamos que hay otras tantas cosas más trascendentes de las cuales hacerse cargo. Pero si lo dejamos de lado… nuestra casa nos deprime. “Poner la casa linda” es un gesto natural en las personas. Ordenamos, abrimos las cortinas para que entre luz, usamos colores que nos gustan o ponemos flores en un florero. Lo hacemos cuando estamos alegres, o lo hacemos para levantarnos el ánimo. Y funciona. Por eso no podemos desestimarlo; a fin de cuentas, nuestro hogar tiene que hacernos sentir bien.


Entonces, decorar ¿es importante o superficial? Creo que tiene sentido esmerarnos por generar una atmósfera que nos reconforte y mejore nuestra experiencia de hogar. Cuando, en cambio, lo hacemos para seguir una moda, para imitar las fotos de las últimas tendencias, para despertar la admiración de personas que podrían visitarnos (y criticarnos), la decoración se vuelve frívola, un derroche de dinero, y un círculo interminable de insatisfacción.

Le consulté a María Tórtora, creadora de Casa Chaucha, cómo puede nuestra casa hacernos más felices: “primero tenemos que saber qué es lo que nos hace felices, y después trasladarlo a nuestra casa. Recuerdos, pasatiempos, colores, olores, amigos, familia, lo que sea. La casa es una facilitadora de todos esos eventos”. En el vocabulario de Casa Chaucha, una casa linda es un espacio de exploración personal, indiferente a las modas y tendencias. Los interiores que encontramos en su sitio web son reales, originales, adorables, llenos de personalidad. “Cuando elijo visitar una casa es porque me doy cuenta de que las cosas no están puestas solamente para decorar. Es un espacio que me transmite la riqueza de los habitantes, el estilo de vida, las motivaciones. Es belleza genuina”.

¿Para quién estás decorando? ¿Quién te dicta cómo debe ser tu espacio privado y personal? Si suspiras por esas sillas de diseñador, o te lamentas porque tu casa no se ve igual a esa foto de Pinterest, pregúntate si es eso lo que necesitas para que tú y tu familia compartan mejores momentos. En realidad sólo hacen falta unas pocas cosas y un toque de cariño para hacer un hogar acogedor.

Desterremos el “deber ser” en la decoración. Hagamos casas únicas, que se parezcan más a sus habitantes y menos entre sí. Libérate de la comparación, rodéate de objetos y vivencias que tengan sentido para ti, que te hagan sonreír cuando te despiertas y cuando vuelves cansado. Busca en tu interior lo que te hace feliz, definan como familia lo que les gusta, luego trasládenlo a su casa. Y encontrarán belleza y alegría genuinas.


Post #5: Vida Interior

Este invierno que se quiso quedar más de la cuenta nos retiene adentro cuando ya esperábamos pasar los días al aire libre. Imagino que ahora mismo hay muchas personas mirando por la ventana, deseando que mejore el clima. ¿Por qué estar en casa tiene que ser menos interesante que salir? 


Nuestro hogar es el espacio donde nos relacionamos con las personas más importantes de nuestra vida: la pareja, la familia, o nosotros mismos. Por eso el tiempo que pasamos ahí merece que le demos una oportunidad para ser especial y placentero.

Quedarse en casa puede ser un plan tan atractivo como cualquier otro. Basta con modificar algunos detalles para que algo cotidiano se convierta en un evento especial. Donde hay niños, mirar una película es un pasatiempo habitual, pero si organizamos una Noche de Cine, repartimos entradas y hacemos palomitas, se transforma en un plan diferente y mucho más emocionante. De la misma manera podemos tener un show de talentos, una discoteca, karaoke, acampes en el living, el cumpleaños del gato, y todo lo que la imaginación nos sugiera. ¡Lo mejor es que podemos hacerlo en pijama y descalzos!

La propuesta es congregar a la familia con actividades que nos diviertan a todos; no necesitan ser grandes cosas ni durar mucho tiempo. Jugar a las escondidas o bailar un rato todos juntos es suficiente para los más chiquitos. Cuando crecen, se puede aprovechar sus intereses para inventar juegos en familia: filmarnos y usar las aplicaciones de los celulares para crear videos divertidos; organizar campeonatos de Play Station o Xbox, de cartas o de taca-taca; presentarnos mutuamente nuestra música favorita; desafiarnos a encontrar los videos más divertidos de internet para reírnos todos juntos.

La casa se hace hogar no por sus muebles y objetos, sino principalmente por lo que vivimos en ella. Y los momentos compartidos en familia crean recuerdos imborrables. A veces ni siquiera hace falta organizar un juego: la ocasión se vuelve especial con un gesto como cambiar el lugar donde comemos normalmente o poner la mesa linda sólo para nosotros. Porque nadie es más importante ni merece más atención que los que viven en esta casa, y es agradable transmitir ese mensaje.  

Si es bueno hacer esto por los chicos, sin duda es importantísimo para la pareja. A los adultos también nos beneficia un cambio en la rutina, aunque sea pequeño. Una cena cualquiera se vuelve romántica tan solo cambiando las luces por velas, vino y música. Recuperar los juegos de mesa, volver a ver fotos o videos viejos, planear viajes (posibles o no), cocinar juntos una nueva receta, darse un baño de espuma, y luego… lo que más les guste. 

¿Y si estás solo? Es tu tiempo, aprovéchalo como un lujo y una cita contigo mismo. Date un baño de inmersión, aprende algo en un curso online, baila, pinta un mueble, organiza tus listas de música, relee cartas viejas, ordena tus cajones, escribe o simplemente duerme, que nunca viene mal. Date tus gustos, recuerda lo que te gustaba hacer cuando eras chico y juega. Nadie te ve, la libertad es absoluta. ​

Una casa alegre es una casa donde se permita vivir, desordenar, ensuciar un poco, y donde se propicie el encuentro. Abramos el juego, inventemos fiestas propias, llenemos nuestras casas de rituales, fabriquemos tradiciones familiares y recuerdos felices. Cultivemos la vida interior, que para enfrentarnos con el mundo habrá tiempo de sobra.


Post #6: Animarse al color

Una vida de color rosa es una vida dulce y romántica, en inglés sentirse blue (azul) es estar triste, y dicen que el verde es el color de la esperanza. Cotidianamente les atribuimos sentimientos a los colores, y eso no es pura fantasía. Se sabe que los colores despiertan emociones y pueden afectar la forma en que percibimos los espacios.

 

¿Te has fijado en cuál es la paleta de colores de tu living, de tu dormitorio? Si los colores influyen en nuestro estado de ánimo, es importante que aquellos con los que nos rodeamos nos hagan sentir alegres y en armonía.Vale la pena dedicar un rato de pensamiento y planificación para que los colores de nuestros ambientes sean realmente elegidos por nosotros, y no la consecuencia de una suma de casualidades.

¿Cómo elegirlos? Cada uno tiene sus colores preferidos, y esto tiene que ser lo primero a considerar. La percepción es subjetiva y lo más importante es que tú te sientas feliz con tu elección. De todos modos es bueno tener en cuenta algunas claves, como por ejemplo que solemos sentirnos cómodos rodeados de colores neutros y poco llamativos, porque proporcionan descanso y tranquilidad. Los colores cálidos atraen la atención y tienen un efecto estimulante; son colores vitales y alegres, pero conviene usarlos con moderación. Los colores fríos producen una sensación de reposo y calma, y utilizados solos pueden ser un poco tristes, por eso mejoran con algunos acentos de colores más cálidos. Existe abundante material escrito sobre el uso de color en decoración, al final mencionaremos algunos sitios donde puedes leer un poco más. Toma en cuenta todo esto, pero confía en tu instinto.

Modificar la paleta de colores de la casa no implica contratar un decorador ni gastar mucho dinero. Unos pocos movimientos pueden generar cambios significativos: intercambiar los cojines del living con los del dormitorio, mover cuadros o fotos de lugar, poner a la vista algo que tenías guardado. No pienses sólo en los adornos clásicos: cualquier objeto puede dar el toque de color, como una lata de té, frutas, o una pila de revistas. Con inversiones mínimas también puedes lograr grandes diferencias: imprimir láminas gratuitas de internet para enmarcar, pintar una silla, comprar un florero o velas. Recuerda que todo el espectro de colores está disponible. Muy atrás quedaron los tiempos en que los tapizados y alfombras sólo se hacían en burdeos, mostaza o verde seco; hoy tenemos a disposición todo el círculo cromático.

Te invitamos a que juegues y experimentes con los colores. Aprovechando el comienzo de una nueva temporada, atrévete a refrescar el aire de tu casa con colores luminosos, veraniegos. Abandona los tonos opacos, apagados, y anímate con algo que te haga vibrar. Prueba distintas combinaciones, diviértete, y sigue cambiando, que tu casa es tu mundo y cambiar es estar vivo.

Sitios web recomendados:

Acerca del color, combinaciones y sensaciones asociadas:


Generadores de paletas, para identificar la paleta de colores de tu casa subiendo una foto:

- Chip it!:  sitio web
- Pictaculous: sitio web

Simulador de color. Para probar cómo quedaría un ambiente si cambiaras los colores:

- Color Tools de Sherwin Williams:  sitio web  |  ColorSnap para Android  |  ColorSnap para Apple


Post #7: Si estas paredes hablaran

Mi cuñada es diseñadora de interiores, y me contó que cuando estudiaba, una profesora les pidió que llevaran a la primera clase fotos de sus casas. Las usaron para presentarse: el resto del grupo debía adivinar características de la persona a través de sus fotos. De este modo demostraban que -consciente o inconscientemente- las casas dicen mucho de sus dueños. Si asistieras a esa misma clase, ¿qué podrían adivinar tus compañeros mirando las fotos de tu casa?

Nuestras casas hablan de nosotros. Dicen si en una familia hay músicos, si hay cinéfilos, si hay lectores o deportistas. Revelan si los habitantes toman vino, si les gusta la playa, la montaña o el campo, si están siempre con amigos, si trabajan o si estudian, si tienen ascendencia rusa, si son religiosos, si su abuela bordaba o si alguien estudió arquitectura. La vida se manifiesta, las pasiones dejan huellas.  

¿Qué dice tu casa de ti? A veces, enfocados en seguir una moda o un ideal, llenamos la casa de objetos traídos de afuera, que no nos representan. Conseguimos casas hermosas, sin duda, pero para ocupar la portada de un catálogo; casas que podrían ser de cualquiera.  

Deja que tu casa cuente tu historia, que revele tu carácter, tu particularidad. Para eso, la propuesta es hacer el camino inverso: en lugar de traer desde afuera (adornos), dejar que la estética brote de nuestro interior. Nuestros amores, nuestras creencias, recuerdos, nostalgias o tradiciones salen a la luz materializándose en objetos que sí tienen sentido: muebles pintados por nosotros mismos, cuadros de un pariente artista, algún juguete de la infancia, un pañuelo bordado por la abuela y enmarcado, instrumentos que de verdad hacen música y libros que realmente se leen. Aparecen evidencias de viajes, pistas de vidas pasadas, costumbres familiares, pequeñas colecciones y obsesiones. Una comunidad de objetos que, hilados, cuentan una historia: la tuya.  

Si estás en el momento de armar tu casa por primera vez, te sugiero que no te apures en llenarla con “decoración”. Empieza con lo imprescindible y deja que los objetos lleguen a ti de a uno. Recupera algo de tu pasado, busca en la casa de tus padres o abuelos elementos con valor sentimental, compra algo sólo si tiene mucho sentido para ti, sé selectivo.  

Si tu casa ya está completa pero sientes que no te refleja fielmente, también puedes remediarlo. Regala aquello que no te hace feliz, y no tengas prisa en reemplazarlo. Deja el espacio vacío para permitir que aparezca algo mejor; pronto quizás llegue a tus manos algo que te gusta más, o descubras que en realidad no necesitabas nada ahí. Y esta última idea aplica no sólo para la decoración, aplica para la vida.

La colección de cajitas de fósforos era de mi abuelo. Tenerla es más significativo que poner una foto suya: tengo su manía, su sentido del humor, su espíritu viajero, el aroma exacto de su casa y la fascinación que me provocaba curiosear entre sus cosas. Este es el tipo de tesoros que me gusta tener en casa.

Aclaración: las 3 primeras fotos de este post son de La Casa de Juana; la última es mía.


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1 comentario:

Gracias por comentar! Me alegrás el día... la semana... el mes... :)

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